lunes, 5 de junio de 2017

¿Convertir el Faro de Trafalgar en apartamentos de lujo?

El último farero del cabo de Trafalgar

Luis García Cernuda ha vivido durante 37 años entre el mar bravío y las dunas móviles, ejerciendo una profesión ya extinguida

El último farero del cabo de Trafalgar
MARISA GALLERO Cabo De Trafalgar (Cádiz) - Actualizado: Guardado en: Sociedad

¡Abordaje!... ¡Las picas!..." eran los alaridos entre el estrépito de los cañones de la tercera batería de El Trinidad, que no quería rendirse, como noveló Benito Pérez Galdós sobre la debacle naval de la Armada Española en Trafalgar. Solo por ser testigo de la batalla más cruenta, perdida hace 212 años, este mítico enclave debería ser declarado monumento histórico, además de natural.
Ese es el único pensamiento de Luis García Cernuda, el último farero del cabo de Trafalgar, que ha vivido durante 37 años entre el mar bravío y las dunas móviles, como si las líneas de las palmas de sus manos cambiaran cada día. Subiendo varias veces los 165 escalones que lleva al corazón del haz de luz, para desmitificar un oficio que nació en el siglo XVIII. "No es nada romántico. Ser farero no te confiere nada especial. Somos un equipo de mantenimiento de un sistema de ayuda a la navegación, que ahora nos alerta por móvil".
Fue por puro azar, nada de tradición. Trabajaba para Icona en un puesto de vigilancia de incendios en medio de un pinar en la provincia de Guadalajara, cuando conoció al farero de Ons, quien le puso tras la pista de una profesión ya extinguida. A la aventura se apuntaron tres de sus ocho hermanos. Uno jubilado y el más pequeño, cruzando España de punta a cabo, viviendo en un abrupto acantilado en el faro de Candelaria, a unos kilómetros de Cedeira (La Coruña)



Para llegar al faro tuvo que aprender a conducir sobre la arena, para que la pickup de 1999 no se quedara trabada en el tómbolo azotado por el viento de levante. "Desde el 2013 la carretera está cerrada, tras una levantera que duró días", declara García Cernuda.
La impresionante torre de 34 metros, que se nutrió en parte de una atalaya del siglo IX, está totalmente desconchada. "Lleva más de diez años sin una capa de pintura, no se invierte en su mantenimiento esperando a la empresa alemana que va a pagar todo". Se trata de Floatel, que ha conseguido la concesión administrativa como explotación turística, diseñando tres apartamentos con aires marineros, "al liberar el Ministerio de Fomento el uso de dominio público del proyecto "Faros de España"".
Hasta la empresa concesionaria sabe que antes de empezar las obras necesita varias licencias. "Solo existe un pozo de agua semisalobre con una tubería de hierro y fibrocemento. Necesitan abrir una zanja de 1.300 metros que atraviese las dunas para conectar la nueva a la red pública. Tampoco hay ningún sistema de saneamiento. Ni fosa séptica ni depuradora. ¿Cómo pretenden que no tenga impacto medioambiental?".
"Curiosamente, lo promueve el mismo presidente de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz (APBC), José Luis Blanco, quién fue consejero de Medio Ambiente de la Junta. Por otra, el alcalde de Barbate no entiende que el tesoro es conservar el Cabo tal como es. Y el de Cádiz regido por Podemos, aunque apostó por la causa, finalmente votó a favor del hotel en el Consejo de Administración de la APBC".
El mayor temor antes de su inminente jubilación, que la oscuridad se cierna sobre este espacio todavía virgen, con playas salvajes lindando con los pinares del Parque Natural de la Breña, y el lugar soñado se convierta en un recuerdo.

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