DIEZ AÑOS DE LUCHA JUDICIAL
Fuente: EL CONFIDENCIAL.COM
Un pastor de Jumilla tumba un campo de golf y una urbanización de 15.000
chalés.
Pascual, frente a su vivienda de la localidad murciana de Jumilla. (Foto: Vidal Coy)
Pascual frente a su vivienda . Foto Vidal Coy 16/09/2013 |
Como una roca frente a la galerna. O como
un mástil sin bandera ante el viento. Así ha resistido, y ganado, durante diez
años Pascual Carrión, unpastor y agricultor de Jumilla cuyo
empecinamiento para defender lo suyo ha dado al traste con la pretensión
urbanizadora desmedida de una empresa apoyada por el Ayuntamiento. Su historia
es reflejo de cómo se hicieron las cosas hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria.
El martes pasado se llevó Pascual la
última alegría. El Ayuntamiento de Jumilla dejó caducar el plazo para recurrir
ante el Supremo la sentencia delTribunal Superior de Justicia
de Murcia que anuló el plan parcial de lamacrourbanización Santa Ana del Monte Jumilla-Golf.
Como su propio nombre indica, además de un par de campos del deporte del green, unas 15.000 viviendas unifamiliares iban
a formar el complejo, en el que se pretendía incluir las 30 hectáreas de Pascual. Con la empresa promotora en
suspensión de pagos desde 2008, parece imposible resucitar el proyecto.
A pesar de la buena, y definitiva noticia,
el pastor no se dio ningún homenaje ni lanzó las campanas al vuelo. Sólo
reconoce: “¡Me quedo con una tranquilidad!”.
Pero, ganar, lo que se dice ganar, no ha ganado nada: “Me quedo con mis tierras, como estaba hace once años, y con una
operación de corazón por los disgustos. Eso es lo que le digo a quien me
felicita”. Y lo que les dirá a quienes lo hagan el próximo día 28,
cuando cumple 60 años.
Porque fue en 2002 cuando Pascual
empezó a batallar porque Iberdrola alteró mediante un amplio
zigzag una línea de alta tensión que iba en dirección a Jumilla evitando
pasarla por los campos que luego formarían parte del proyecto Jumilla-Golf, de la empresa
oriolana San José Inversiones, pero cruzando las hectáreas del
pastor: “Ya me parecía a mí entonces que venía algo detrás”, confiesa.
Ahí comenzó la historia. La línea de alta tensión se la pasaron por su finca y en ella se
erige con cinco torres, a pesar de que recurrió. A partir de ese
momento, comenzó una serie de despropósitos disfrazados de promesas de progreso
para el pueblo, con la pretensión del Ayuntamiento, gobernado entonces
por el socialista Francisco Abellán, de realizar
desarrollos urbanísticos para construir un total de casi 20.000 viviendas unifamiliares, casi tantas como habitantes ya
tenía Jumilla (25.000).
Sólo quedaron tres de esos proyectos. Dos
están recurridos en contencioso-administrativo por Izquierda Unida (IU), porque
fueron aprobados sin pasar por el Pleno municipal. El otro, para disgusto del
pastor, es el que empezó a desarrollarse en el paraje de Herrada del Tollo en
2006. “Tenían mucha prisa por hacerlo cuanto antes”, recuerda
el único concejal de IU en Jumilla, José Antonio Pérez,
cuyo único voto ha sido decisivo para impedir algunos desmanes de la
alternancia municipal PSOE-PP, con diez ediles cada uno.
A Pascual quisieron expropiarle sus
tierras. Le ofrecieron hasta 2,6 millones de euros.
Se negó a aceptarlos porque, como había pasado ya con otros propietarios
cercanos expropiados, el dinero no aparecía por ninguna parte. Y porque, aunque
pueda parecer difícil de creer, sobre todo en aquellos tiempos de desafuero
inmobiliario, a él le importan más sus 300 cabezas de
ganado, entre ovejas y cabras, sus pocos almendros y oliveras y su tierra,
en suma, que el dinero.
30.000 euros para hacer la vista gorda
Ya habían intentado indemnizarlo con 30.000 euros para que hiciera la vista gorda ante
el desvío inexplicable de la línea de alta tensión. No quiso. Prefirió recurrir
a la vía legal, aunque la perdiera, momentáneamente. Esta la ha ganado ahora
definitivamente. Y no le duelen los dineros que lleva gastados en ambos
empeños. “Lo de la línea me costó 13.000 euros. 7.000 del informe técnico y
6.000 del juicio”, explica.
En la anulación del Plan Parcial ha
gastado algo más, unos 17.000, calcula.En total, casi la misma
cantidad ofrecida “para taparme la boca” sobre la línea de alta tensión.
No se calló entonces. Ni se calló después, cuando, siguiendo el signo de los
tiempos, el Tribunal Superior de Murcia denegó en 2007 la suspensión cautelar
del macroplán urbanístico porque debían prevalecer los
"intereses generales" del municipio sobre los de Pascual,
dándole la razón a la promotora San José Inversiones y al Ayuntamiento, que
seguía gobernado por el socialista Abellán.
No se arredró y se fue al Supremo. Y allí, sí. Un
magistrado decretó en 2010 la paralización cautelar de las obras estimando lo
que decía Pascual: que no había agua para tanta gente como se pretendía meter
en la urbanización. Y además, la que hay es de mala calidad, como recuerda el
concejal de IU, José Antonio Pérez. “Aquí no se puede plantar nada
de huerta con el pozo aquel de allí abajo: el agua es salobre. Mira
la cuba que uso yo para traerme con qué dar de beber al ganado”. En esa
cuestión no entró entonces el TSJ de Murcia.
Entremedias de las dos sentencias, tres
años, habían pasado unas cuantas cosas. Como que la promotora había entrado en
preconcurso, primero, y en concurso de acreedores,
después,dejando colgadas a unas 800 personas que entregaron cantidades a
cuenta. Muchas de ellas son ingleses, según creen en Jumilla. “¡Qué vergüenza lo que ha pasado; que tenga que hablar la gente
extranjera de lo sinvergüenzas que son los españoles, aunque la mayoría seamos
honrados!”, se indigna Pascual.
Antes de eso, los representantes de San
José Inversiones habían andado intentando comprar más tierras y se había
producido algún fiasco que otro cuando el dinero no estaba disponible en los
actos de compraventa ante notario. Esa fue otra de las razones por las que el
pastor se negó a vender y a que le expropiaran, a pesar de la suculenta
cantidad. “Al dueño de la finca principal, Eleuterio,
que fue el único que después me ofreció ayuda, le compraron San José y lo engañaron”,
asegura Pascual.
Al final, muy al final, el TSJ de Murcia ha terminado estimando, en julio pasado, el
argumento de que no había agua para tanta boca como se quería meter allí.
Con eso, Pascual se da por satisfecho, aunque haya llevado la lucha prácticamente
él solo. “Si me muero, me moriré a gusto luchando por lo mío y por la
verdad. Que yo no he estudiado, que soy 'analfabético', pero a mí no me
engañan”.
Aunque no renuncia a sus principios. Y
esos son ahora aclarar el asunto de la línea de alta tensión de Iberdrola que
sigue ahí, quebrada en zigzag y con las cinco torres en sus tierras. “Me tengo
que pasar por el ayuntamiento a que me lo expliquen otra vez, que lo de los
informes técnicos no lo tengo claro. Y le tengo que decir al alcalde [desde
2011, Enrique Jiménez, del PP] que a ver si se da tanta prisa
en traerme el agua corriente como se dio el anterior [Francisco Abellán, del
PSOE] en dar los permisos para la urbanización”, suelta con toda la sorna que
se puede permitir un David ante un Goliat en el suelo.
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